La ONU actualiza la lista de zonas con alta prevalencia de hambre. Haití, Sudán y el Sahel se suman a los puntos negros identificados. La comunidad internacional teme las consecuencias no solo de la violencia y los conflictos, sino también de los fenómenos climáticos como ‘El Niño’, que se espera sea más frecuente este año.
La FAO y la ONU para la Alimentación y la Agricultura han urgido a tomar medidas inmediatas debido a la acumulación de crisis en regiones ya afectadas por graves carencias. Ambas organizaciones han identificado 18 puntos críticos en términos de seguridad alimentaria, distribuidos en 22 países.
Afganistán, Nigeria, Somalia, Sudán del Sur y Yemen, que ya se encontraban en el nivel máximo de preocupación, se les une Haití. Haití enfrenta desafíos debido a la inestabilidad política y la violencia de las pandillas. Sudán, por su parte, es escenario de enfrentamientos entre las principales facciones armadas desde mediados de abril. Burkina Faso y Malí también reflejan los desafíos actuales del Sahel.
Se teme que todos estos países se vean al borde de la crisis alimentaria. Además, la República Democrática del Congo, la República Centroafricana, Etiopía, Kenia, Pakistán y Birmania también enfrentan situaciones límite en cuanto a la disponibilidad de alimentos.
La ONU ha añadido a Líbano y Malaui como posibles focos de hambre, así como a toda Centroamérica, incluyendo El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua.
En el caso de Sudán, se estima que más de un millón de personas huirán del país y otros 2,5 millones se convertirán en desplazados internos, lo que agravará las necesidades tanto dentro como fuera del territorio sudanés. Además, la inseguridad puede afectar la entrega de ayuda humanitaria y las rutas de suministro, especialmente en Port Sudan.
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Además de los efectos del clima, también se enfrentan desafíos económicos, desde las secuelas de la pandemia de COVID-19 hasta las consecuencias de la ofensiva militar rusa en Ucrania, que ha provocado aumentos en los precios de productos básicos. El Fondo Monetario Internacional pronostica un crecimiento global del PIB del 2,8%, la tasa más baja en una década.
El director general de la FAO, Qu Dongyu, aboga por adoptar enfoques nuevos, como intervenciones agrícolas para ayudar a la población hambrienta desde la base y la inversión en la reducción de riesgos de desastres para asegurar que nadie quede rezagado.
La directora ejecutiva del PMA, Cindy McCain, hace un llamado a la acción urgente para salvar vidas, ya que de lo contrario los resultados serán catastróficos. Advierte que no solo hay más personas hambrientas en más lugares, sino que la gravedad de la situación es mayor que nunca.
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